El diseño que quería emerger en 1957. Dos sillas en el pabellón español de la XI Trienal de Milán
Pibernat, Oriol
Historiador y diseñador. Profesor EINA/UAB. Barcelona, España.
opibernat@eina.cat

Etiquetas/Tags: Asientos, Certamen, Arquitecto, Diseñador, Siglo XX 2ª mitad
España estuvo presente oficialmente en la Trienal de Milán en tres ediciones consecutivas: la de 1951, la de 1954 y la de 1957. En la trienal de 1957, junto a otras piezas se presentaron dos variantes de la butaca Toro de Miguel Fisac y de la tumbona Barceloneta de Federico Correa y Alfons Milà. El diseño de estos muebles y, especialmente, las razones de su presencia en el foro de Milán son el motivo de esta investigación.
La Trienal de Milán era un certamen donde se postulaba la integración de las artes y laeducación del gusto en arquitectura, arte y artes decorativas. En las tres ediciones que mencionamos se observa con claridad cómo aquella cita era el principal foro europeo en el que tomaba cuerpo la idea de diseño industrial. Los años cincuenta son años de la
recuperación social y económica, una década en la que Europa pasa de una severa posguerra a instalarse en una sociedad en la que proliferan los bienes de consumo. Por esta razón, la trienal centrará su máxima atención cultural en el diseño industrial y el mobiliario estandarizado. También es la década en la que sobresalen los diseños nacionales y regionales, como el diseño italiano, el escandinavo, el alemán, el suizo, etc., a través de los que cada país procurará presentar una imagen característica de su modernidad y de sus producciones
mercantiles y artísticas.
Sin duda, ese era un marco exigente para España, muy lejos aún del desarrollo económico y tecnológico y del nivel de bienestar social que iban alcanzando sus vecinos europeos. La administración jugó la carta de organizar unos pabellones destinados a transmitir un mensaje de modernidad que aminoraran el aislamiento y contrastaran con su reputación de dictadura reaccionaria. Para ello se asignó como responsables a profesionales afines a las ideas de la vanguardia arquitectónica: a José Antonio Coderch en 1951, al grupo MoGaMo (Ramón Vázquez Molezún, Amadeo Gabino y Antonio Suárez Molezún) en 1954, y a Javier Carvajal y José García de Paredes en 1957. En los tres casos, al impactante montaje arquitectónico se sumaba una selección de piezas con representación de artistas de vanguardia, artes
decorativas contemporáneas y artesanía popular. De esta manera, se logró generar un potente motivo de interés y atención en el competitivo contexto del evento milanés y se sorteaba el principal problema con el que se encontraba la presentación española: la imposibilidad de mostrar un diseño industrial y de mobiliario representativo de una sociedad urbana y modernizada.
No obstante, con el pabellón de 1957 se dio un paso adelante respecto a los anteriores. Junto a vidrios mallorquines o alpargatas rurales, se expusieron vistosos tapices de Jesús de la Sota y cerámicas de Antoni Cumella o las ya mencionadas sillas de Fisac y Correa-Milà. La presencia de estos muebles es indicativa de que algo estaba cambiando a finales de la década. Desde mediados de los cincuenta el interés por el diseño industrial empezó a manifestarse en las páginas de la Revista Nacional de Arquitectura o en las exposiciones de los arquitectos del Grup R. Los dos núcleos de arquitectos que, tanto en Madrid como en Barcelona, apostaban por la renovación y el diseño parecían dispuestos a pasar más decididamente a la acción. El mismo año 1957, bajo el auspicio de Gio Ponti, el grupo de Barcelona intentó fundar un Instituto de Diseño Industrial, el IDIB. Simultáneamente, el grupo de Madrid creaba de una forma efectiva el SEDI, Sociedad de Estudios de Diseño Industrial. Además de Carlos de Miguel, sus principales impulsores eran Javier Carvajal y Luis Feduchi. La selección más escorada al diseño del pabellón de la XI Trienal de Milán se explica por este nuevo clima y empeño del que participaba directamente Carvajal.